san nicolas

POR CULPA DE SAN NICOLAS


Por Lic. Rigoberto A. Becerra D. (MAF)


Cuando mi compadre Temosticles me dijo que iba a comprar un traje de San Nicolas para disfrazarse de tan conocido personaje y disfrutar de estas Navidades de 1998, jamás pensé que el resultado iba a ser tán catastrófico, sobre todo para mi compadre, aunque de manera indirecta a mi también me afectó. Hasta ese momento todo era alegría e incluso también pensé que la soledad, después del fracaso con su Secretaria (POR CULPA DE LA SECRETARIA), había puesto a Temósticles un poco caritativo hasta el punto de disfrazarse para llevar alegría a niños y adultos, e incluso repartir regalos. En verdad no había nada sospechoso y hasta lo alenté recordando que hace años mi jefe Isaac Stavisky (que en paz descanse) se disfrazaba de San Nicolas, aprovechando su gordura y parecido a dicho personaje, y en un barrio pobre de Maracaibo repartía regalos y pasaba un rato agradable compartiendo con los vecinos.


Así entonces, el día 20 mi compadre llegó con un bolsa de gran tamaño contentiva de juguetes de diferentes estilos y colores, generalmente de un valor muy económico, aunque lo que importaba era la intención. Digo generalmente, porque me llamó la atención dos regalos muy bien empaquetados, de tamaño mayor que los demás y que mi compadre apartó muy cuidadosamente de los otros. Incluso cuando le pregunté por tal diferencia sólo atinó a decirme: !Ha eso, es para una persona muy especial y para su hijo!. No me dijo algo más. Yo por mi parte, quizas ya conociendo a mi compadre, esto me debería haber servido como indicador que las cosas no eran como yo pensaba y que algo se traía entre manos.


El día 22, escogido por mi compadre para tal acontecimiento, se levantó muy temprano, hizo sus ejercicios matutinos, con trote y todo lo demás que general y rutinariamente realiza.Después procedió a colocarse su disfraz en sus 86 kilogramos de peso, aumentando con una almohada su ya normal abultado abdomen y procediendo a maquillarse hasta en verdad quedar bastante parecido a Santa Claus. Se despidió y se fue a cumplir su aventura, a la cual no pude acompañarlo por tener que realizar algunas diligencias, pero que ahora no se si alegrarme o lamentarme de no haberlo hecho, pues quizas las cosas no hubieran sucedido como sucedieron.

Pues bien, resulta y acontece que por ahí a las ocho de la noche recibo un llamada de la Jefetura de Policía donde me comunican que el Sr. Tesmítocles, o sea mi compadre, estaba detenido después de haber recibido las curas necesarias en un centro de salud. Me informaban además que el Sr. Temístocles deseaba hablar conmigo. Les dije que me lo comunicaran y cuando tomó el teléfono lo primero que me dijo fue: !Compadre, coroné, no sabe lo contento que estoy!. Añadió: !No me importa que esté detenido y con cierto aporreos, no te preocupes que no es nada, lo que interesa es que coroné!, volvió a repetir.


Al averiguar que pasaba fue cuando me enteré de todo. Resulta que mi compadre si fue verdad que repartió los juguetes que había comprado y donde se gastó como unos Bs. 120.000,oo. pero la intención final de haberse disfrazado era para tener la oportunidad de visitar a una vecina que vive como a unas cuatro o cinco casas de la mía, quien está como Dios manda y como élla quiere, y a la que mi compadre desde el momento en el que se exilió de manera forzada en mi casa (despúes del lio de la Secretaria) le puso el ojo y decidió lanzarse a la conquista, a pesar de mis advertencias de que no lo hiciera, ya que la tal vecinita era casada, tenía un hijo de cinco años, su esposo era un conocido mio y además yo no quería tener problemas por mi vecindario.


Ahora fue que me expliqué lo de los dos regalos, uno era para la vecinita y el otro para su hijo. O sea todo perfectamente calculado.


Así entonces, el compadre, para no despertar sospechas, después de repartir rapidamente los regalos en las otras casas, llegó a la casa de la fulana vecina, quien para decir verdad, también desde el día del problema(POR CULPA DE LA TECNOLOGIA), miraba a mi compadre con otros ojos, intercambiando conversaciones de vez en cuando. Procedió entonces, disfrazado de San Nicolas, a entregar los regalos a la vecinita y a su hijo, pero con cierta demora y conversación para aprovechar estar más tiempo con la vecina, y más aún que no estaba su esposo. Incluso aceptó, aunque por insinuación suya, un brindis de ponchecrema y una deliciosa hallaca. Hasta aquí todo iba más o menos normal y era hasta pasable, ya que todos sabemos lo glotón que es Santa Claus y un brindis no se le niega a nadie.


El problema empezó cuando mi compadre, en una demostración de su estilo, le dijo al niño que fuera a jugar con el carro, con control remoto, en el porche de la casa. El niño aceptó y la vecinita también, quedando entonces San Nicolas (digo mi compadre), en el recibo sólo con la vecinita, donde ni corto ni perezoso dió rienda suelta a su comportamiento donjuanezco, el cual fue aparentemente aceptado por la vecinita (dado los resultados y acontecimientos que siguieron). De ahí quizas la expresión de mi compadre cuando me dijo: !Compadre, coroné!, haciendo alusión al popular juego de damas o de ajedréz..


Realmente los acontecimientos que siguieron fueron simplemente que estando mi compadre siendo resarcido por la vecinita por el regalo que le había entregado (nada más y nada menos que un broche de oro, donde mi compadre se gastó como unos Bs. 150.000,oo), llegó el esposo y atinó a ver cuando mi compadre de manera apresurada se subía el cierre de su traje y se trataba de arreglar la barba ya descompuesta. El esposo reaccionó y sin respetar el traje de San Nicolas, ni averiguar más nada, le dió uno cuantos golpes a mi compadre y además lo llevó a la Policía donde puso la denuncia de abuso de confianza, a pesar de la negación de los hechos tanto de mi compadre como de la vecinita. La cosa pudo ser peor, pues el esposo posteriomente me confesó que si hubiera tenido un arma en ese momento otro gallo cantaría.


Demás estar decir que mi compadre le asignó la culpa de los golpes y de su estadía por una semana en el retén, a San Nicolas. Y también el esposo le echa la culpa a San Nicolas, e incluso a mi por haberle dado asilo a ese degenerado de mi compadre, como desde ese día lo llama.

¿Qué dicen Uds.? Espero que no traten de imitar a mi compadre, pues las imitaciones nunca traen buenos resultados.



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