Jesùs Nazareno, mi Creador y Redentor, a quien me humillo y en cuya presencia reconozco debo ser vilmente despreciado, por haberle sido ingrato y haber olvidado tan grandes beneficios que habeis hecho, padeciendo, por mis muchas y grandes culpas, tantos martirios, especialmente los dolores que sufristeis cuando cargaron sobre vuestros delicados hombros esa muy pesada cruz, para rendir en ella la vida en el Monte Calvario.
Me pesa de todo corazòn, haberlo ofendido, y haber sido yo la causa que lleveis esa cruz, sufriendo tantos dolores, amarguras y congojas. Me pesa mi ingratitud y descuido de no haberle dado continuamente rendidas gracias por tan grandes beneficios que me habeis otorgados a mi y toda la humanidad.
VOLVER A LA PAGINA PRINCIPAL DE TEMAS RELIGIOSOS