LA VACA Y LA GRANJA


Por Lic. Rigoberto A. Becerra D. (MAF)


Un profesor paseaba por un bosque con un alumno, conversando sobre la importancia de los encuentros inesperados. El maestro opinaba, todo lo que tiene uno delante ofrece una oportunidad de aprender o de enseñar.

En ese momento cruzaban el portal de una granja, que aunque muy bien situada en un hermoso paraje, presentaba una apariencia miserable.

- Vea este lugar – dijo el alumno. – Lo que Ud. dice parece cierto: acabo de aprender que mucha gente se encuentra en lugares muy bellos, pero no se da cuenta y sigue viviendo en condiciones miserables.

- Yo dije aprender y enseñar – dijo el Maestro. – No basta constatar lo que sucede: es preciso verificar las causas, pues solamente entendemos el mundo cuando entendemos las causas.

Llamaron a la puerta de la casa en la granja y fueron recibidos por sus habitantes: un matrimonio y sus tres hijos, con las ropas sucias y rotas.

- Ustedes viven en medio de este bosque y vemos que no hay comercios o tiendas en los alrededores – dijo el maestro al padre de familia. – ¿Cómo hacen para sobrevivir?

Y el hombre calmadamente les dijo:
- Amigo, tenemos una vaquita que nos da diariamente varios litros de leche. Una parte de ese producto lo vendemos, o lo cambiamos en la ciudad vecina, por otros tipos de alimentos; con la otra parte producimos queso, cuajada y mantequilla para nuestro consumo. Y así vamos sobreviviendo.

El profesor les dio las gracias, contemplando el lugar durante algunos instantes, y se marcharon. Cuando estaban algo alejados de la puerta dijo al alumno:

- Busca a esa vaca, la lleva hasta ese precipicio que tenemos enfrente y la tira abajo.

- ¡Pero si ese el medio de sustento de esa familia! – fue la respuesta, asombrado y preocupado, del alumno.

- ¡Siga mis indicaciones!. – Dijo el Profesor, permaneciendo callado.

Sin otra alternativa, muy a su pesar, el muchacho hizo lo ordenado por su profesory la vaca al caer, de tal altura, tuvo una muerte segura, lo cual no comprobaron pero era de inmaginarse.

La escena estaba grabada en la memoria del alumno. Pasados muchos años, cuando ya era un exitoso profesional y empresario, tuvo la idea de volver al mismo lugar, confesar todo a la familia, pedirles lo perdonaran y ayudarlos financieramente.

Cual no fue su sorpresa al ver el lugar transformado en una bella finca, con matas floridas, dos carros en el porche y algunos niños jugando en un precioso parque llenos de flores. Esto fue para desesperarse mas, al pensar que aquella humilde familia tuvo que vender la propiedad para poder sobrevivir. Al llegar a la casa fue recibido por una persona de cierta edad, muy atenta, quien no le era conocida, por lo que quizas fuera el nuevo propietario. Por eso, al saludarlo y decirle su nombre para que lo anunciara, le hizo esta pregunta:

- ¿Y la familia propietaria de esta casa, que conocimos hace como diez años?

- Pase adelante, ellos siguen siendo los propietarios, yo soy el mayordomo- le dijo muy sonriente.

Asombrado hizo su entrada corriendo a la casa, muy bonita y ordenada adentro, y entonces pudo reconocer al propietario, quien, aparte de preguntarle por el Profesor, le dijo que se contentaba estuviera de nuevo de visita. Que era bienvenido.

Pero el ex alumno no estaba para tanta antesala, pues estaba ansioso por saber como lograron conseguir mejorar la granja y situarse tan bien en la vida. Pregunta esta que hizo al granjero, quien dijo:

- Pues bien, como Uds. se dieron cuenta en su primera visita, nosotros eramos propietarios de una vaquita que nos daba para sobrevivir, pero por casualidad, a la semana de su visita, esta vaca la encontramos muerta en el precipicio, - dijo el hombre. – Esto nos puso muy tristes y preocupados, sin embargo, para poder mantener a mi familia tuve que plantar verduras y legumbres. Como las plantas tardaban en crecer, entonces empezamos a corta madera para su venta. Al hacer esto tuve que replantar matas y hubo necesidad de comprar semillas. Al comprarlas, me hizo recordar la ropa de mis hijos y se me vino la idea que tal vez era posible cultivar algodón.
Pasamos cierto aprieto, pero cuando hubo la cosecha, yo ya estaba exportando este producto, legumbres y hierbas medicinales. Nunca me había dado cuenta de todo mi potencial en esta tierra, solamente dependiendo de la vaca, por lo que ¡fue una suerte que aquella vaca cayera al precipicio y muriera e, incluso, si fue que alguien la empujo, no sabe lo agradecido que estoy de esa persona!. – dijo muy contento el granjero, ahora todo un hacendado del sector agrario.

El alumno, ahora profesional y empresario, al felicitarlo muy sinceramente, tuvo la delicadeza de no decirle que fueron ellos quienes, solamente por experimentar lo que opinaba el profesor, le mataron su vaca al empujarla en el barranco.



QUIEN TENGA OJOS QUE VEA Y EL QUE TENGA OIDOS QUE OIGA. REFLEXIONE SI NO ES ESTA SU SITUACIÓN.